Hablar de los impuestos que debe cubrir una franquicia en México va mucho más allá de simplemente cumplir con el SAT; se trata de comprender cómo estos compromisos fiscales influyen en la operación diaria y, sobre todo, en la rentabilidad del negocio. Al firmar un contrato de franquicia, entran en juego diversas obligaciones, empezando por los impuestos federales como el ISR y el IVA, que no solo aplican a las ventas de productos o servicios, sino también a pagos menos obvios como las regalías, las cuotas de ingreso y las asesorías técnicas. A esto se suman los estatales y municipales, que varían según la ubicación y el giro del negocio, e incluyen, por ejemplo, el Impuesto sobre Nóminas o las retenciones por sueldos y servicios contratados. Por eso, tener claridad sobre todos estos aspectos desde el principio no solo evita sorpresas desagradables o posibles sanciones, sino que también te permite tomar decisiones informadas y arrancar la operación con bases sólidas y dentro del marco legal.
¿Por qué es importante hablar de impuestos en una franquicia?
Muchos emprendedores los ven como un trámite molesto o un gasto inevitable; pero en realidad, entender qué impuestos paga una franquicia y cómo se gestionan puede marcar la diferencia entre tener un negocio saludable o uno que se hunde por problemas fiscales.
No cumplir con estas obligaciones puede generar multas, recargos, inspecciones o incluso clausuras. Por otro lado, pagar tus impuestos a tiempo y aprovechar las deducciones permitidas te ayuda a operar con tranquilidad, proteger tu patrimonio y fortalecer la viabilidad financiera del negocio.
¿Qué impuestos paga una franquicia en México?
Antes que nada, es clave saber que una franquicia, como cualquier otro negocio formal, debe registrarse ante el SAT y cumplir con sus obligaciones fiscales. Los impuestos más relevantes son:
- ISR (Impuesto Sobre la Renta): El ISR es un impuesto que se paga sobre las ganancias reales del negocio, es decir, sobre lo que queda después de cubrir todos los gastos que implica operar la franquicia: renta, sueldos, insumos, publicidad, uso de marca, asesorías, entre otros. Este no se aplica sobre todo lo que entra, sino sólo sobre lo que realmente se gana.
El porcentaje varía según los ingresos, pero en franquicias suele rondar entre el 30% y el 35%, ya que suelen generar más utilidad que una pequeña empresa; además, si el dueño del negocio decide repartir esas utilidades como dividendos, debe considerar un impuesto adicional del 10% sobre ese monto. El cálculo del ISR se hace tanto mensualmente como al cierre del año fiscal, así que es clave llevar un buen control de ingresos y egresos para evitar sorpresas al momento de declarar.
- IVA (Impuesto al Valor Agregado): Cuando se opera una franquicia, es importante saber que el Impuesto al Valor Agregado (IVA) se debe aplicar no solo a los productos o servicios que se venden, sino también a conceptos como las regalías, las cuotas de entrada y cualquier otro cobro relacionado con el negocio, como asesorías o asistencia técnica. Aunque quien lo paga es el cliente, el responsable de calcularlo, incluirlo en el precio y reportarlo ante el SAT eres tú como franquiciante o franquiciatario.
Para saber cuánto IVA corresponde en cada operación, basta con conocer que actualmente equivale al 16% del valor del servicio o producto. Por ejemplo, si das una consultoría y cobras $1,250 pesos, el impuesto será de $200; esa cantidad debe sumarse al total que el cliente paga y luego declararse al SAT como parte de tus obligaciones fiscales.
Además, dependiendo del giro y la ubicación, pueden generarse otros impuestos y obligaciones:
- Impuesto sobre Nóminas: Lo cobra el estado y se paga por los salarios que se entregan a los empleados.
- Retenciones fiscales: Si la franquicia contrata servicios profesionales o rentas, debe retener impuestos a quienes le prestan esos servicios y enterarlos al SAT.
- Cuotas de seguridad social: Inscribir y pagar a los empleados en el IMSS para que tengan acceso a servicios médicos, vivienda y otros beneficios.
¿Cómo afecta el régimen fiscal a una franquicia? Hay dos formas comunes de manejar fiscalmente una franquicia:
1.- Persona moral (empresa formal): es una figura jurídica que separa completamente la franquicia de tus finanzas personales: el negocio existe como “otra persona” ante la ley, por lo que tu patrimonio queda protegido si surgen problemas legales o económicos. Al operar como persona moral puedes deducir numerosos gastos vinculados con la actividad —mantenimiento, nómina, insumos, renta, entre otros— lo que disminuye la carga fiscal; a cambio, asumes la obligación de llevar contabilidad formal, emitir facturas electrónicas y presentar declaraciones periódicas.
Por su capacidad para manejar un alto volumen de operaciones y admitir socios o inversionistas, esta estructura es la opción idónea para franquicias con proyección de crecimiento.
2.- Persona física con actividad empresarial: Una persona física con actividad empresarial es una forma sencilla y rápida de iniciar un negocio, con obligaciones contables menos complejas; sin embargo, al no existir una separación legal entre tú y la empresa, tu patrimonio personal queda expuesto ante posibles deudas o problemas legales.
Aunque puede ser útil al comenzar, sus beneficios fiscales y deducciones son limitados, y los impuestos pueden ser elevados si los ingresos crecen. Por estas razones, no es la opción más recomendable para franquicias con operaciones amplias, alto volumen o que involucren socios o inversionistas.
¿Qué obligaciones fiscales tiene una franquicia?
Tanto las Personas Morales bajo el Régimen General como las Personas Físicas con Actividad Empresarial comparten algunas obligaciones fiscales básicas que son fundamentales para operar formalmente ante el SAT. Por ejemplo, ambos deben contar con su Registro Federal de Contribuyentes (RFC), que es el punto de partida para cualquier trámite fiscal, como facturar o presentar declaraciones; además, la e.firma es indispensable para ambos, pues funciona como la firma oficial digital que avala sus documentos y declaraciones ante la autoridad, garantizando la seguridad y autenticidad en sus procesos electrónicos. Asimismo, la activación del Buzón Tributario es común para recibir notificaciones oficiales del SAT, lo cual asegura una comunicación eficiente y el cumplimiento oportuno de requerimientos o avisos.
En cuanto a la emisión de facturas electrónicas o CFDI, también existe una obligación compartida: todas las ventas o servicios deben estar debidamente documentados, lo que formaliza los ingresos y permite deducir gastos, tanto para Personas Morales como para Personas Físicas. En paralelo, ambos deben cumplir con las declaraciones mensuales de Impuesto Sobre la Renta (ISR) y de Impuesto al Valor Agregado (IVA), sin embargo, aquí surgen diferencias relevantes. Las Personas Morales aplican una tasa fija del 30% sobre la utilidad fiscal, mientras que las Personas Físicas con Actividad Empresarial calculan sus pagos provisionales de ISR bajo tarifas progresivas que pueden llegar hasta el 35%, tomando en cuenta ingresos y deducciones mensuales.
Un punto en común importante está en las obligaciones relacionadas con el personal: ambos deben retener y enterar mensualmente el ISR por sueldos y salarios, así como inscribir a sus empleados en el IMSS y cubrir las cuotas correspondientes al SAR e INFONAVIT; además, están sujetos al pago del Impuesto sobre Nómina, que es un gravamen local. En materia de información al SAT, ambos deben presentar la Declaración Informativa de Operaciones con Terceros (DIOT), donde reportan el IVA pagado y cobrado en sus transacciones, un requisito esencial para mantener la deducibilidad y transparencia fiscal.
Sin embargo, hay aspectos que son exclusivos para cada régimen; por ejemplo, las Personas Morales deben llevar una contabilidad electrónica más formalizada, enviando su catálogo de cuentas y balanza de comprobación periódicamente, lo que no es obligatorio para todas las Personas Físicas, aunque estas también deben registrar electrónicamente sus operaciones fiscales. Además, en la declaración anual, las Personas Físicas tienen la ventaja de poder acreditar deducciones personales como gastos médicos o colegiaturas, lo que puede generar devoluciones o saldos a favor, un beneficio fiscal que no aplicaría directamente a las Personas Morales. En resumen, aunque hay una base común en las obligaciones fiscales, cada régimen tiene particularidades diseñadas para su naturaleza jurídica y fiscal, lo que implica responsabilidades específicas que deben atenderse con precisión para evitar sanciones.
Ventajas y desventajas de cumplir o no con los impuestos
- Brinda legalidad y transparencia al negocio.
- Facilita la obtención de créditos, inversionistas y socios.
- Permite deducir gastos que reducen la carga fiscal.
- Evita sanciones, multas y problemas legales.
- Da tranquilidad para crecer y planear a largo plazo.
No cumplir con los impuestos:
- Multas y recargos que pueden dañar la rentabilidad.
- Riesgo de auditorías o clausuras por parte de la autoridad fiscal.
- Pérdida de confianza de clientes, proveedores y socios.
- Problemas legales que pueden afectar tu patrimonio personal y la continuidad del negocio.
Tener una franquicia en México implica asumir una responsabilidad fiscal clara y estructurada; pues más allá de un trámite, pagar impuestos es un pilar para operar dentro del marco legal, proteger tu inversión y asegurar el éxito a largo plazo. Si quieres que tu negocio crezca, sea rentable y esté preparado para el futuro, lo mejor es cumplir puntualmente con todas tus obligaciones fiscales, mantener una contabilidad ordenada y asesorarte con expertos que te ayuden a optimizar tus impuestos.
Referencias:
Carrillo, A. (2021, noviembre 19). Impuestos y otros gastos que implica tener una franquicia. Gong Cha. https://gongcha.mx/impuestos-y-gastos-de-una-franquicia/
Grupo Altea MG. (2025, abril 28). ¿Qué impuestos paga una franquicia en México? Guía completa. Altea Servicios Contables. https://www.grupoaltea.org/post/qu%C3%A9-impuestos-paga-una-franquicia-en-m%C3%A9xico-gu%C3%ADa-completa
